martes, 15 de enero de 2013

Nuevos intentos por salir del pozo


Después de tocar fondo (o al menos eso creo, y espero), de no poder concentrarme en absolutamente en nada, ni siquiera en las clases y el trabajo, que es en lo que siempre he podido concentrarme mejor. Después de conseguir que mis amigos se hartaran de escuchar mi estupideces y se alejaran de mi.  Después de llorar de rabia hasta caer rendida en una pesadilla. Después de ataques de ansiedad en los que no podía respirar, me mareaba y tenia que sentarme para no caerme al suelo redonda. Después de tantas interminables jaquecas porque mi mente no me da un respiro. Después de plantearme una y otra vez acabar con todo.

Después de todo eso, vuelvo a intentar levantarme. Dicen que no importa las veces que la vida te derribe, lo importante es ser capaz de ponerse en pie una vez más. Yo pensé que esta vez la vida me había derribado del todo, que ya no podía más, que mi pobre cuerpo y mi pobre mente tienen un límite de sufrimiento tiempo ha superado por la vida. Pero parece que puedo ser más fuerte de lo que pensé.



Estoy probando algo esa última semana que de momento no soluciona todos los problemas, pero mejora la situación. La técnica es bien sencilla. Cuando me siento muy mal, y no soy capaz de actuar como una persona normal, salgo de donde sea que esté, eso no importa, y me voy a algún lugar donde pueda estar conmigo misma (un baño, una esquina, una habitación vacía, da igual). Una vez allí me siento en el suelo y empiezo a respirar lo más profundamente que puedo, intentando concentrarme tan solo en mi respiración.  Esto puede llevarme 10 o 15 minutos, dependiendo de lo mal que me sienta. Una vez que me he calmado, continuo unos minutos más así e intento respirar a través de las tensiones de mi cara (el entrecejo, la mandíbula, etc.), y a veces incluso consigo medio sonreír. Cuando ya me siento completamente calmada, soy capaz de salir de nuevo al mundo y concentrarme de nuevo en los proyectos en la mesa y las cosas por hacer, mirando a la vida si no con optimismo, al menos con aceptación y sin el pesimismo habitual. 

Si tengo que ser totalmente sincera, no es la solución optima. Tener que tomarme 15-20 minutos  para hacer esto al menos 4 o 5 veces al día es bastante. Y a veces en momentos muy inoportunos.Y tampoco es que todo mejore de repente y cuando salgo de mi escondite sea completamente feliz. Pero al menos me calmo, ya no tengo tantas reacciones hirientes y siento como que la gente ya no se aleja tanto de mi. Ya no soy tan tóxica. Y eso algo si que mejora la situación. Mi esperanza es que si consigo controlarme de esa manera durante el tiempo suficiente, las cosas vayan fluyendo poco a poco hacia donde estaban y pueda volver a sentirme bien conmigo misma... algún día.

vuelos a ras de suelo